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domingo, 24 de marzo de 2019

La televisión al servicio de la analfabetización

Somos sujetos sujetados a un estilo televisivo que pareciera proponerse enseñar y educar al espectador. Este designio ya de por sí es preocupante, porque habría que ver si el espectador necesita o quiere que un medio como la televisión lo eduque o le enseñe.

Aún si la respuesta fuera favorable, si se pudiera pensar en una función educativa para la televisión que el espectador requiriera, sería para pensar cómo se está llevando a cabo lo que llamo una función no solo pseudoeducadora sino analfabetizante por parte de todos los canales de televisión (tanto de aire como de cable).

El estilo y el lenguaje así como el tipo de "noticias" que se ofrecen en las pantallas continuamente devienen en efectos infantilizadores, denigrantes de la inteligencia de los espectadores, banalizadores;  por un lado dan por supuesto que quienes miran la televisión se caracterizan por esos atributos y que sus interlocutores no son adultos responsables de sí mismos. No solo eso, sino que además contribuyen a producir efectos contrarios a la alfabetización.

¿Qué fundamentación es posible ofrecer para sostener estas afirmaciones?

En primer lugar, desde la pasión por temas tales como qué es ser maestro, la transmisión de conocimientos, la educación y la alfabetización, es imposible no sentir el impacto ante dispositivos multimediáticos que, lejos de proponer a los televidentes o a quienes acuden a medios virtuales poder pensar (primer objetivo de la alfabetización), le insisten en lo contrario.

Esto se evidencia, por ejemplo, en un programa que va a la medianoche y se entiende informativo, en el que se les propone a los participantes (periodistas reconocidos, ensayistas, pensadores y políticos relevantes) que transmitan sus perspectivas desde una pizarra donde organizaron el contenido previamente en forma de cuadro sinóptico; esto se lleva a cabo puntero mediante. El cuadro sinóptico forma parte de un proceso elaborativo en el cual es posible diseñar en pocas palabras, ya sea lo que se considera desde una perspectiva subjetiva como un eje del texto o bien aquello que se selecciona como interesante para el lector del contenido que se desea transmitir.

Con la excusa de informar de modo didáctico y educativo, las temáticas ya están armadas y articuladas, sin dar lugar a que el televidente llegue a sus propias conclusiones. Además, el uso del puntero señalando posiciona al "teledocente" en una situación regresiva, como si el espectador fuera un alumno de primaria que solo debe creer lo que dice el docente. Ni siquiera en las peores instancias de nuestra educación pública se le requiere al alumno creer lo que el docente dice. Por el contrario, aunque hay mucho que repensar de nuestra pedagogía, se intenta y se desea que los alumnos puedan entender y pensar en los contenidos.

Ahora bien, el dispositivo pizarrón-puntero utilizado como única modalidad de explicación en un programa que toca temas políticos produce una simplificación peligrosa.

En próximos artículos hablaremos del lenguaje y otras cuestiones analfabetizantes de nuestra televisión.


Saludos 
Clara Jasiner