Amigos:
Les dejo algunas preguntas.
Las mismas emergen de mi práctica cotidiana como consultora Psicoeducativa en relación con la persistencia de cuestiones que si no se modifican llevan a enraizar a algunos chicos en el asiento marcado con el rótulo de Fracaso Escolar.
Inclusive niños que al tiempo de concurrir al consultorio van acotando su impulsividad por ejemplo- y en muchos casos logran leer o escribir cuando poco tiempo antes no pódían hacerlo- siguen en la escuela casi instalados en posicionamientos que propician el rechazo de docentes y compañeros ya que su continuo movimiento y falta de concentración hacen difícil la situación en las aulas. La convivencia con muchos otros niños suele producir en estos niños efectos de irritabilidad y desconcentración respecto de los cuales oriento mi tarea y también construyo estrategias en común con maestras y maestros, con psicopedagogas o piscólogas del gabinete y aún más hasta con la maestra particular que ayuda cotidianamente al niño.
Se da sin embargo algunas veces -como he dicho- una persistencia del niño en no "ser tolerado" en el aula.
La dificultad del tema me lleva en esos casos a incrementar el intercambio mencionado con maestros, familiares y profesionales.
La complejidad y persistencia de dichas situaciones de dificultad para modificar su posicionamiento en algunos chicos me lleva también a las preguntas que aquí les ofrezco para que las pensemos en tanto adultos.
Les dejo algunas preguntas.
Las mismas emergen de mi práctica cotidiana como consultora Psicoeducativa en relación con la persistencia de cuestiones que si no se modifican llevan a enraizar a algunos chicos en el asiento marcado con el rótulo de Fracaso Escolar.
Inclusive niños que al tiempo de concurrir al consultorio van acotando su impulsividad por ejemplo- y en muchos casos logran leer o escribir cuando poco tiempo antes no pódían hacerlo- siguen en la escuela casi instalados en posicionamientos que propician el rechazo de docentes y compañeros ya que su continuo movimiento y falta de concentración hacen difícil la situación en las aulas. La convivencia con muchos otros niños suele producir en estos niños efectos de irritabilidad y desconcentración respecto de los cuales oriento mi tarea y también construyo estrategias en común con maestras y maestros, con psicopedagogas o piscólogas del gabinete y aún más hasta con la maestra particular que ayuda cotidianamente al niño.
Se da sin embargo algunas veces -como he dicho- una persistencia del niño en no "ser tolerado" en el aula.
La dificultad del tema me lleva en esos casos a incrementar el intercambio mencionado con maestros, familiares y profesionales.
La complejidad y persistencia de dichas situaciones de dificultad para modificar su posicionamiento en algunos chicos me lleva también a las preguntas que aquí les ofrezco para que las pensemos en tanto adultos.
¿Cómo es posible -me pregunto y les pregunto a los profesionales, familiares y maestros que inciden en la cotidianeidad del niño- que aún reconociendo la complejidad de la problemática este niño en particular esté en riesgo de instalarse en otro caso típico de Fracaso Escolar donde no pudimos todos los adultos que durante un tiempo nos ocupamos lograr ningún cambio?.
Los informes escolares, los comentarios de los padres transmiten tanta desazón, tal sensación de impotencia que me preocupan tanto o más que la situación de algunos niños en el borde por ejemplo de repetir el grado. Surge entonces la pregunta ¿ todos los adultos juntos debemos reconocernos impotentes, carentes de instrumentos para ubicar al niño en un margen más acotado, que no represente riesgo en términos psicológicos y de aprendizaje ni para él ni para sus compañeros?
La pregunta imprescindible entonces insiste a mi entender en torno de nuestro posicionamiento como adultos. En la posibilidad de padres madres maestras etc y más aún de los adultos como parte del colectivo es decir LOS ADULTOS insistimos en atribuir a los niños la dificultad en concentrarse, en copiar del pizarrón y en atenuar la impulsividad cuando no podemos acceder en lo cotidiano nosotros a bordes imprescindibles que nos legitimen ante nosotros mismos para acotar sin necesidad de violencia a nuestros niño, hijos y alumnos
Amigos:
¿Qué dicen? ¿Seguimos en contacto investigando y trabajando para producir cambios favorables que creo dependen de nuestro posicionamiento adulto o asumimos que no hay nada que hacer?
Por mi parte voy a seguir trabajando con los chicos y los adultos sabiendo que no hay culpables ni tampoco soluciones mágicas que nadie pueda brindar pero sí responsabilidad adulta por el devenir de los niños que criamos y educamos.
Los invito a no darnos por vencidos y continuar nuestro intercambio.
Un saludo a todos. . Lic. Clara Jasiner.
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